sábado, 14 de mayo de 2011

Europa se va de copas

14 de mayo de 2011, o lo que es lo mismo, el día en el que el mundo mira a Europa. Este inicio, más propio de un titular de los 70 o los 80 gracias a la gala de Eurovisión, ha pasado a convertirse en realidad y todo se lo debemos a Francia e Inglaterra. 2 países históricos, 2 países fundadores de lo que es ahora Europa, 2 países históricamente fuertes futbolísticamente hablando han conseguido que Europa les mire por un día, por unas horas, y que se conviertan en el epicentro futbolístico mundial. ¿La razón?. El torneo más antiguo del mundo y el torneo que puede enfrentar a dos equipos de un mismo país con más distancia entre sí.

1871, nace el fútbol oficial

Ese año se disputó por primera vez una competición oficial de fútbol. Competición en que las rondas previas comenzaron hace 11 meses, en la que ver un partido entre equipos de más de 8 divisiones de diferencia no es extraño, y si no que se lo pregunten al Liverpool y al Havant & Waterlooville. Aquella tarde de sábado, noviembre de 2007 si mal no recuerdo, vibré con un equipo que hasta hacía diez minutos no sabía de su existencia. Richard Paquette, un delantero jamaicano ponía contra las cuerdas a aquel "Spanish Liverpool" de Benítez en Anfield, 45 minutos en los que un conjunto de anónimos vivían una experiencia inolvidable en un escenario mítico. ¿Cómo un equipo de la Blue Square South podía poner en dificultades a un equipo Champions? No lo entendía, pero tampoco lo pensaba ni me importaba. La FA Cup nos permite esto, unos minutos de gloria suficientes como para soñar y abstraerte de tu realidad, los campos embarrados, los viajes incómodos, las botas rotas...
Por todo ello, la consecución del título por parte del Manchester City se podrá criticar por la forma en que ha llegado tras la inversión del jeque, pero no podremos discutir que tiene un mérito tremendo. Lo que se ha visto en Wembley ha sido mágico, el escenario acogía a 90.000 personas que no habían visto ganar a su equipo, ya conocían el escenario pero iban a vivir por primera vez la emoción de ganar un título, de sentirse partícipes de un logro histórico para aquello que muchos consideran un estilo de vida.
Al final, la lucha de dos estilos, la cultura trabajadora de Stoke-on-Trend frente al clasismo de una importante ciudad como Manchester, el equipo de corazón y poca calidad ante el equipo de la clase y el glamour, un entrenador que viene de atrás y un entrenador que sabe lo que son las finales históricas en Wembley. El partido se presentaba apasionante, pero pronto volvimos a la realidad de dos equipos que no convencen, Stoke por juego y los "citizens" por falta de juego. El City ganó al más puro estilo Stoke, con una jugada embarullada en el área que resolvió Yaya Toure. Pero, lo más importante, es que pudimos volver a sentir como dos aficiones no acostumbradas a ganar se enfrentaban por el título más prestigioso y bohemio de su país.

De París a Lille

Otro escenario especial, otro enfrentamiento entre equipos poco acostumbrados a ganar en la última época, otra lucha entre ciudad pequeña y gran capital europea, otra disputa entre dinero y trabajo. El Stade de France se abría para presenciar la final de la Coupe de France, un césped que solamente han tenido el honor de pisar finalistas de Mundial, Eurocopa o Champions. Entrar en Saint-Denis ya es grande, pero ser un protagonista no tiene precio. Antoine Kambouré y Rudi Garcia habían conseguido llevar a sus equipos hasta aquí tras muchos años sin sentirse importantes. El PSG a pesar de su gran historia y de jugar en su ciudad no era favorito por méritos del rival, un Lille que gracias a su cantera y al trabajo constante de su dirección deportiva ha conseguido juntar una serie de futbolistas de gran nivel. Me recuerda bastante este Lille a los equipos que se enfrentaron en 2004 en aquella final de Champions. Lo malo, el verano está cerca y el romanticismo del conjunto no se podrá llevar a su máximo esplendor con alguna actuación estelar en Europa. ¡Qué bonito sería un torneo entre Porto, Lille y Borussia!.
El Lille llegaba con un Gervinho estelar, con el director Cabaye y con un Hazard....no tengo palabras. Hazard es magia pura, un pequeño talento belga que posee unas cualidades técnicas y una elegancia capaz de hacerte vibrar y desear que el balón no se separe de su bota. Es exquisito. Pero no fue él quien decidió el partido, sino Obraniak, el talentoso sacrificado que salió desde el banquillo para anotar un gol mágico. Según volaba el balón en el cielo parisino sentías que iba a ser grande, y así fue, quedaban 5 minutos y el equipo del talento se adelantaba. El círculo parecía cerrarse para que Europa haya podido tener una noche de copas mágica.

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